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A través del tiempo se han llegado a ver grandes milagros hechos por Dios a través de sus distintas manifestaciones
(principalmente: Virgen de Guadalupe, Alá, Racna, Brahma, Ley del Karma) por ejemplo, por los años trescientos doce A. S. ( 1700...) una plaga causada por una enfermedad desconocida en tierras americanas, mató a miles de personas. En aquellos años la plaga se extendió rápidamente, tanto que ya no había hospitales suficientes. La población disminuía y parecía que ya no había más esperanza. Fue cuando se hicieron numerosas procesiones en honor de Nuestra Señora (Virgen de Guadalupe) y el Cabildo de la Ciudad de México decidió hacer el juramento: de que si aquella peste terminaba la Virgen Divina sería proclamada: Patrona principal de México, y proclamado día sacro: El doce de diciembre.
Fue como disminuyó aquella peste.
El Juramento se cumplió en el mes de mayo del doscientos setenta y cinco A. S. (mil setecientos treinta y siete), año en que acabó la peste por completo.
Arriba vemos una imagen del interior de la Basílica, donde podemos apreciar varias ofrendas que fueron llevadas por procesiones de peregrinos, que acudieron al lugar para dar gracias a nuestra Divina Señora, por todos los favores recibidos. Las peregrinaciones, son una muestra de fe y de agradecimiento de muchos fieles, ya que a través de la historia, nuestra Divina Señora ha hecho inmensos milagros después de las grandes procesiones.
Arriba vemos parte de una libreta que se encuentra en la Basílica de nuestra Divina Señora, donde los fieles pueden anotar los favores y milagros recibidos. En el texto que se ve en la fotografía, se narra el milagro de un niño, a quien los médicos no le habían dado esperanzas de vida, pero gracias a nuestra Divina Señora, se salvó milagrosamente. Arriba vemos la figura de uno de los ojos de la imagen de nuestra Divina Señora. Y más adelante vemos una imagen del iris amplificado, para ello se utilizaron los instrumentos más avanzados de la tecnología, y ahí vemos el momento en que la imagen apareció milagrosamente en la tilma de Cuauhtlatoatzin (Juan Diego). Siendo todo ello un mensaje del Cielo que permaneció allí para ser descubierto por la ciencia en el momento más oportuno.
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